sábado, 22 de octubre de 2016

A veces.


Y empiezo poco a poco a aceptar 
que a veces, inevitablemente, 
mi mente vuelve a Granada 
y te abraza sin saber por qué. 

Y te besa en esos labios 
que sabían a dulce hogar, 
o acaricia tu espalda con esa extraña delicadeza 
de quién tiene miedo a romper la belleza. 

A veces recuerda tu sonrisa, 
o como tus mejillas se marcaban 
con fuerza en tu cara cuando lo hacías, 
y se pierde entre cenizas y rotos escombros. 

O piensa en tu pelo, 
y en cómo estabas preciosa 
incluso despeinada y sin maquillaje; 
recién despierta tras una noche 
más larga de lo habitual. 

Otras, simplemente muerde tu piel, 
desayuna cada parte de tu cuerpo 
hasta que queda sin aliento, 
y peca al pensar en cómo hacerte flotar. 

Los lunares de tu cuerpo 
siguen siendo su guía, 
y suele recorrerlos con su dedo 
formando constelaciones en la oscuridad. 

En ocasiones se acuerda de tu voz;
tan profunda y alegre. 
Recuerda cómo escucharla era algo terapéutico 
y aliviaba los dolores de mente y corazón. 

También te recuerda cantando, 
vestida con aquella timidez 
que te hacía parecer indefensa 
y escondía la bestia que vivía en ti 
y que quería comerse el mundo. 

A veces, y cada vez menos veces, 
mira las fotos que tenéis juntos 
y piensa en hablarte; 
y entonces, yo le pregunto si vale la pena 
jugar con aquella espina llamada recuerdo, 
a lo que mi mente siempre contesta: 

Si no puedes aguantar este dolor 
es que nunca has estado enamorado.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Ella.

La chica de la eterna sonrisa se puso su vestido amarillo y salió a brillar. Fuera era de noche, pero ella paseaba iluminando con luz intensa cada sombra de aquella ciudad llamada Madrid. Su risa contagiaba poco a poco cada rincón, sorprendiendo a los transeúntes que se descubrían sonriendo sin saber por qué. 
¿Sabéis esa cara de imbécil que se te queda cuando observas la verdadera felicidad? Pues esa debía de ser la cara que yo vestía aquella noche a su lado.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Gris

Y un día te preguntarás
por qué nadie más escribe
sobre la complejidad de tu sonrisa,
por qué tus ojos,
los que iluminaban noches oscuras,
ahora solo observan como el vacío se derrumba.

Y un día descubrirás
que es peligroso jugar con los sentimientos,
que la soledad no desaparece
si intentas arrancarla del corazón de otro
y que quién estuvo, se cansó de esperar
a que limpiaras de dudas esas palabras.

domingo, 28 de agosto de 2016

Blanco.


'No te enamores' 
repite mi cabeza cada día.

Y entonces apareces tú, 
la chica de la eterna sonrisa, 
y vuelas por los aires 
cada freno que mi cabeza había preparado 
para no volver a caer. 
Tú, que incluso cuándo lloras, 
mantienes esa sonrisa en tu rostro, 
tiras cada pared que mi corazón había construido 
a causa de fantasmas pasados.

Pero qué es la vida 
sin esa chispa inexplicable 
que salta al ver unos ojos 
que pueden no tener nada especial 
pero que son los ojos que querrías ver despertar cada mañana
una risa que se contagia 
a cada parte de tu cuerpo 
y que sale desfilando 
de la sonrisa más bonita que recuerdas haber visto nunca, 
una caricia que desearías 
que te arropase por la noche 
y que te hace sentir de nuevo vivo, feliz, en éxtasis.

Y caes, 
y volverías a caer mil veces 
con tal de sentir que el aire vuelve a entrar directo al pulmón, 
que las alas que un día te cortaron 
florecen otra vez de tu espalda 
y vuelves a estar preparado 
para echar a volar.